Un café con… JUAN ENRIQUE SOTO

Entrevista: Sonia El Hakim
20 de junio de 2020

Juan Enrique Soto, nacido en 1966 en la ciudad alemana de Bieburg, es doctor en Psicología, psicólogo por la Universidad Complutense de Madrid, experto en Neurociencias y diplomado en Ciencias Policiales por la Universidad de Salamanca. Es Inspector Jefe del Cuerpo Nacional de Policía y dirige, desde su creación en 2010, la sección de Análisis de Conducta de la Policía Nacional. Esta sección interviene en los casos policiales graves en los que hay delito contra las personas (desapariciones, agresiones de todo tipo, homicidios,…) más complejos. Para ello, utilizan técnicas de análisis de comunicación no verbal. Además, ha desarrollado y validado científicamente su propio método de investigación, el modelo VERA. Juan Enrique Soto es profesor en diferentes universidades.

Juan Enrique Soto: El análisis de la conducta criminal

¿Qué es una unidad de análisis de conducta criminal? Supongo que no será como en las películas, en las que vemos personas muy osadas sacando conclusiones al momento acerca de si un sospechoso es o no culpable… ¿En qué consiste realmente su trabajo?

Bueno, hay series o películas que están muy bien documentadas, por lo que hay cierto parecido. Me gusta creer que la serie norteamericana “Mentes Criminales” se parece bastante a nuestro trabajo en la SAC, pero solo hasta la mitad del episodio, hasta cuando proporcionan el perfil al investigador. Nosotros no hacemos las detenciones, aunque sí estamos con los operativos durante la detención, y durante los registros, interrogatorios, reconstrucciones, etc. Somos analistas, sí, pero también operativos. Recogemos los datos del caso, hacemos nuestras inspecciones oculares y la información nos la llevamos a nuestro despacho, cada uno a su ordenador y cuadernos de notas, donde se produce ese proceso de depuración y análisis hasta llegar, si es posible, a una conclusión que facilitamos a los investigadores, acompañadas siempre de sugerencias de tipo operativo para que puedan comprobarla o refutarla.

Su unidad está en contacto con otras unidades de análisis de conducta policiales en todo el mundo. ¿En qué punto estamos en España en cuanto al análisis de conducta criminal? ¿Hay diferencias en la forma en que se ejecutan de delitos entre países?

Estamos en contacto con otros analistas, sí, incluidos los del FBI, y eso nos ha permitido ver que trabajamos de un modo muy similar, que empleamos más o menos las mismas técnicas y el mismo lenguaje. También que tenemos los mismos problemas, que nos enfrentamos a similares prejuicios y al desconocimiento de una labor que cada día es, sin embargo, más apreciada.

En sus informes de comportamiento no verbal, han incluido el análisis de la expresión facial a través de un programa informático. Este programa les proporciona la codificación de la expresión facial en unidades de acción según el sistema FACS de Paul Ekman. Incluso, ha publicado, junto a miembros de su unidad, una valoración de este sistema a través de un caso práctico. ¿En qué medida les facilita este software la toma de datos en cuanto a la expresión facial?

El uso de medios técnicos como el software es extremadamente útil porque es capaz de detectar muchísimos más elementos que el ojo humano, por muy entrenado que esté. Esto se aprecia aún más cuando se trabaja en casos en tiempo real porque debemos estar atentos a demasiados elementos. El software se centra en lo suyo y lo demás no existe, aparte de que la tecnología es en muchos aspectos mucho más sensible. Eso sí, y esto me gustaría que me quedara muy claro, el análisis y, sobre todo, la decisión sobre lo que se está analizando es cosa del analista, del ser humano especializado que trabaja con ese software. Este es solo una herramienta más, muy poderosa, claro, pero la decisión siempre es del analista.

¿Qué opina de los programas informáticos, ampliamente comercializados en el ámbito del marketing y la seguridad, que codifican directamente las emociones, incluso las secundarias, a través de la expresión facial? ¿Cree que son fiables?

Como siempre y en todas las facetas de la vida, hay de todo. El boom tecnológico del análisis facial, del reconocimiento de expresiones, de identificación, etc. es innegable y la precisión de las técnicas cada día es mejor. Nosotros hemos tenido la oportunidad de probar algunas de ellas. Unas fueron rechazadas y otras, como la que estamos afinando junto con una empresa privada, tiene unos niveles de precisión notables y nos van a ayudar a hacer mucho mejor nuestro trabajo. Lo más importante, en mi opinión, es que la herramienta esté adaptada plenamente al uso que se le va a dar. No todo vale para todo. La especialización y la adaptación son la clave.

Su unidad ha intervenido con éxito en muchos casos complejos de asesinato, violaciones, agresiones… Sin embargo, hasta la fecha, el crimen de Marta del Castillo sigue sin poder resolverse. Ustedes utilizaron todo tipo de técnicas para averiguar qué había de cierto y qué era falso en su declaración, incluido el P300 (Potencial Evocado que sirve para medir la actividad cognitiva a través de neuroimágenes). ¿Es Miguel Carcaño extremadamente hábil mintiendo? ¿Qué ha aprendido su Unidad de este caso? ¿Ha influido la experiencia de este caso en otras investigaciones?

Lo que uno aprende en casos como este es que, como Policía, hay que aprender que hay asuntos que no logran ser esclarecidos del todo por mucho empeño, tiempo y recursos que se empleen. La frustración forma parte, como la satisfacción y el orgullo, del trabajo policial. En el caso que mencionas, la frustración estriba en no haber sido capaces de encontrar el cuerpo de Marta. Es una espina clavada, claro que sí, a pesar de haber realizado esfuerzos enormes para lograrlo. Aprovecho para mandar un sentido abrazo a la familia de Marta. Difícilmente podemos llegar a saber cuánto dolor sufren por su pérdida.

Sin embargo, tampoco debemos olvidar que, judicialmente, hay un individuo cumpliendo una condena, y elevada, por su culpabilidad demostrada, con lo que la sensación de fracaso no es tal.

De cada caso se aprende, sobre todo, de los que no se logra una satisfacción total.

En su nuevo libro, «Profiler, los secretos del análisis de conducta criminal», incluye un apartado sobre comportamiento no verbal en los interrogatorios, en el que hace referencia a tres palabras clave: la línea base, el cambio y el detalle. ¿A qué se refieren estos términos y en qué medida contribuyen a obtener un análisis de calidad?

No existen diccionarios universales que atribuyan un significado inequívoco a cada comportamiento no verbal. Sin embargo, cada uno de nosotros tenemos nuestro propio diccionario. Por eso, cuando convivimos suficiente tiempo con alguien, conocemos su idiosincrasia (que viene a ser su diccionario). Esta idisincrasia suele ser estable, es lo que denominamos línea base. Cuando algo cambia, cuando la línea base se altera, aunque sea mínimamente con un comportamiento que no es habitual, es por algo. Si apreciamos el cambio, nos preguntaremos por qué se ha producido y al tratar de hallar una respuesta obtenemos información que contrastar. Esto es análisis de conducta.

Y luego están los detalles. Estos son los que dan color al comportamiento, sea del tipo que sea. Un ojo entrenado debe ser capaz de detectar los detalles (o su ausencia) porque, entre otras cosas, os detalles suelen ser información que se puede comprobar y eso, en una investigación judicial, es lo más valioso. Sin pruebas no hay condenas.

Hace relativamente poco que se presentan análisis de comportamiento no verbal en los procesos judiciales. ¿Cómo acogen los jueces y abogados este tipo de informes?

Cada vez con más interés porque cada vez se aprecia que son análisis realizados con un gran rigor metodológico. Al fin y al cabo, los analistas ponemos sobre el papel lo que los seres humanos ya empleamos en nuestra interacción con los demás. Es cierto que estos informes no tienen el potencial como prueba que un perfil de ADN o una huella lofoscópica, pero, en Justicia, la resolución judicial se logra con la suma, cada uno dentro de lo que puede, de distintos indicios.

Usted registró hace unos años el método VERA, que validó científicamente. VERA es el acrónimo de Víctima – Escena – Reconstrucción – Autor. ¿Qué diferencia este método de análisis de delitos respecto a otros protocolos?

Eso lo tendrán que valorar quienes lo usen. En nuestro trabajo es empleado sistemáticamente para elaborar perfiles psicológicos de agresores desconocidos y ha demostrado ser muy útil en muchos casos. Me quedo con eso.

Muy personal

Usted ha publicado, además de manuales de investigación policial, varios libros de poemas y novelas. Curiosamente, sólo ha publicado una novela policiaca, «El museo del olvido». En su vida privada, ¿desea Ud. “olvidar” todo lo que ve en su trabajo?

En realidad, son dos novelas de este género. En 2019 se publicó «El abismo», una novela por entregas y que solo se puede leer en smartphone. Las nuevas tecnologías nos proporcionan también nuevas formas de leer. Esta fue y es la apuesta de Black & Noir, una editorial referente en el género negro en nuestro país. Os invito a navegar por su web: www.blackandnoir.es.

Con respecto a la pregunta, es cierto que escribo desde hace más años que los que tengo como policía. También es verdad que me ha costado mucho entrar en el género policíaco porque quería distanciarme de él en mi tiempo libre. Pero también es cierto que recibí tantos ánimos para trasladar lo poco o mucho que pudiera saber a una novela del género que no tuve más remedio que hacerlo. El resultado, a mí me ha encantado, pero quienes han de decidir son los lectores. En cualquier caso, si con «El museo del olvido» no tienen bastante, están en marcha importantes secuelas.

¿Sirve la intuición en su trabajo?

En mi opinión, la intuición es observación no consciente. Cuando entrenamos la observación sistemáticamente, conseguimos controlar la intuición. Fíjate si es importante la intuición. No podemos analizar lo que no vemos.

Usted fue primero psicólogo y después policía. ¿Cuáles fueron sus primeros pasos en el ámbito laboral?

Ejercí de psicólogo (no policial) durante poco tiempo porque, a pesar de que tenía dos trabajos como psicólogo, no eran nada apasionantes. Una vez entré en la Policía Nacional, la aplicación de la psicología a la función policial fue de asombro en asombro y creo que ni hoy en día he alcanzado a comprobar todas las implicaciones de esta relación.

¿Qué les diría a todas las personas que están estudiando Psicología Forense o Criminología y desean seguir sus pasos como analistas de conducta criminal?

Que persigan sus sueños con todas sus fuerzas porque a veces los sueños no solo se cumplen, sino que superan lo soñado. A mí me pasó.

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