Autor: José Pavlov Valdivia
11 de noviembre de 2020
Desde que en marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declarara oficialmente la pandemia global de la Covid-19 nuevas normas de distanciamiento físico entre las personas se han impuesto en todos los ámbitos de la sociedad. Uno de los ámbitos que se ha visto afectado por esta crisis sanitaria ha sido el sistema judicial. Tribunales de todo el mundo han tenido que limitar y, a su vez, transformar sus actividades a consecuencia de las medidas sanitarias impuestas.
Para intentar evitar que se cumpla el axioma que dice “justicia demorada es justicia denegada”, muchos sistemas judiciales han recurrido al uso de la tecnología, a través de aplicaciones telefónicas e informáticas (por ejemplo Skype o Zoom), para la resolución de aquellos asuntos judiciales más urgentes.
En este artículo queremos hacer mención, siguiendo distintas investigaciones en comunicación no verbal, al posible peligro que supondría para la integridad del sistema de administración de justicia generalizar la anterior situación mencionada de apartarse permanentemente de los juicios en persona.
Existe de un modo generalizado una premisa histórica errónea fundamentada en que el papel de la comunicación no verbal durante los juicios consiste únicamente en determinar quién miente y quién dice la verdad. Si a esto sumamos que las señales visuales no verbales comunes para detectar mentiras son en gran medida tenues y poco fiables, y que, además, la precisión de detección de mentiras mediante indicios visuales no verbales rara vez supera al azar, podría parecer viable y correcta una administración de justicia sin necesidad de juicios en persona.
Sin embargo, es fundamental hacer hincapié en la importancia que tiene la comunicación no verbal durante los juicios, mucho más allá de la simple caracterización de los testigos como mentirosos o sinceros. Desde los años sesenta numerosos estudios científicos han demostrado que durante las interacciones en persona tanto la cara como el resto del cuerpo cumplen una variedad de funciones más allá de la detección de mentiras (Patterson 1983, 2011). Dentro de esa variedad de funciones podríamos mencionar la demostración de afecto, la revelación de actitudes y de condiciones físicas y mentales, el manejo de las impresiones, etc.
Es preciso reconocer la utilidad de la tecnología (Skype, Zoom…) durante la pandemia de la Covid-19 para agilizar y resolver las controversias judiciales más urgentes. También es indiscutible su uso en situaciones delicadas en las que es precisa la protección de personas vulnerables y menores (Bennett 2003; Hamilton y otros 2017; Kenniston 2015). Sin embargo, no debemos caer en un ensalzamiento desmesurado de las nuevas tecnologías, por lo que es necesario hacer una llamada de atención a aquellos jueces y abogados que, por motivos como el ahorro de tiempo y costos, podrían inclinarse a apartarse permanentemente de los juicios en persona.
Algunas de las consecuencias adversas que podría provocar un uso permanente y generalizado de las nuevas tecnologías son:
Por todo lo anterior, es necesario hacer un llamamiento a abogados y jueces para que, en el desempeño de sus funciones, colaboren estrechamente con los expertos en comunicación no verbal, con el fin de lograr una administración de justicia dinámica y correcta, que redunde en el mantenimiento de la democracia y que contribuya a una mejora de la sociedad.
CRÉDITOS:
Artículo basado en: Denault, V., & Patterson, M. L. (2020). Justice and Nonverbal Communication in a Post-pandemic World: An Evidence-Based Commentary and Cautionary Statement for Lawyers and Judges. Journal of Nonverbal Behavior, 1-10.
Foto 1: Juicio por videoconferencia. Diario Ideal
Foto 2: Juicio por videoconferencia. Telefé Tucumán